Pablo: todo el día de ayer lo pasó Luis muy bien y, al anochecer, vino Rovira, que también le encontró el pulso muy rebajado. Por la noche, a las 7, dijo que tenía ganas de obrar y, como había tenido toda la tarde el vientre timpanítico conforme se lo advertí a Rovira, me hizo creer que tenía aun un rincón en el vientre o que el alimento se le había indigestado, probándomelo más el que ayer no tuvo tanto apetito y, por lo mismo, comió menos que los demás días.
Durante la noche ha tenido una especie de congojo con un sudor copioso y el pulso no estaba muy bien. Ahora está un poco más tranquilo y, según lo veo, le dan una lavativa.
Aunque estos síntomas no sean alarmantes, es pruedente no baje hoy la <la> tía. Por lo mismo me encarga diga a Juaquina que tanto al maestro de gramática como el de música de la Matilde les digáis que no cian hasta pasado·mañana.
Estoy aburrido al ver que a·pesar de todos los esfuerzos siempre malos ratos.
Tu hermano,
Pedro
[P.D.]: Acabo de mirar otra vez a Luis y no me gusta el pulso. Quisiera que Rovira o Castelló subieran luego con el coche # de papá.