Palafrugell, 1º 7bre 1839
Mi adorada Fran[cisque]ta: hemos llegado felismente, aunque con viento contrario hasta Arenys. Pocos éramos los que no estávamos mareados y, quando los pacientes tenían sus vómitos, que los havía de consideración, entre otros la hija del intendente, nuestro estimado Paget estava comiendo una mitja cuerna que hizo reir a todos los que lo vieron, de modo que los que no se mareaban lo señalaban por modelo, diciendo que tomasen exemplo, etc. Luego comió su sopita muy tranquilo y le hicimos una camita al ayre libre en la galería, porque en el camarote nos ahogábamos de calor y poca ventilación, y durmió perfectamente. Por fin quedó concluida el viaje. A nuestro arribo al puerto de Palamós, donde desembarcamos con alguna dificultad y bastante peligro por el mal tiempo y ser muy encrespadas las olas. Con todo, Dios nos favoreció y al llegar a tierra suvimos a una casa donde Papet comió otra sopa de muy buena gana y una friolerita para esperar mejor la comida de Palafrugell, a donde llegamos con una buena tartana y sin escoltas, por estar muy pacífica y segura toda esta tierra. Y a nuestro arribo, que fue muy inesperado, se preparó todo lo necesario y Papet comió también su parte con muy buen apetito, diciendo que le gusta más la sopa de Palafrugell que la de Barcelona. Está muy contento y los tapones de Martí, que pone derechos y por hileras, han remgolasado las munjetas de la cuyna, que ya no quiere.
El Dor. Bonet vino inmediatamente y, con el Sr. Cándido, han firmado un plan que conosco irá bien, pues después de enterados de todas las resetas administradas y del ningún método que hasta ahora se havía tenido, han resuelto cambiar las horas de la comida, pues dicen que tantas veces como ha comido con la calentura ha tenido nuevas indigestiones y éstas han sido la causa que no ha curado ni havría conseguido nunca la curación y, en consiguiente, comerá ahora unas dos o tres horas antes de venirle la calentura y luego quando esté de baxa, que de esta manera se le digestionará todo bien y la calentura desaparecerá. Dos médicos de Barcelona con su indiferencia, egoismo y poca reflexión tenían abandonado el niño que havríamos perdido por haver, a más de esto, cometido algún error. Aquí, muy diferentes, todos lo obserban a todas horas y con los remedios bien indicados, que todos me gustan muchísimo y la buena asistencia de Anneta, Martín, Manuela e yo, que no me muevo de casa. Confío en Dios, que tanto nos favorece, que te volveré nuestro querido hijo bueno, sano y gordo y que nuestra reunión será por tierra, pues hay grandes y muy plausibles noticias por las que en Figueras y otras partes se hacen fiestas y todo son músicas, placeres y muy lisongeras esperanzas. Sí, querida mía, parece que las cosas van a cambiarse y volverá la felicidad. Nuestra amada Manuelita, aunque se mareó algo, está muy buena y se porta marabillosamente. Me encarga las más aff[ectuos]as esp[resion]es per su estimada madre y hermanos, a los que harás un millón de bessos de mi parte y a Xavier que represente bien su obligación como representante de un gefe de familia y que se haga digno de tu estimación y de la mía. Esta es mi relación de lo ocurrido y que ocur[r]e, lo que todo te avisaré con que puedes tranquilisarte que todo va bien, a D[io]s gracias. Entretanto dispón y manda a este tu affmo. esposo que de todo corazón te estima,
Miguel Rosés y Roger