“Mi estimado Miguel”
“Reciví tu muy apreciada la q[u]e he bisto disfrutes junto con la Manuela disfrutais cabal salud como nosotros a D[ios] g[racias]. Resiví los bastidos y el sesto con los prèsechs, q[u]e son muy buenos y las noyas muy contentas con los bastidos. La Sió no sabe en donde ponerse de tan contenta. Oy los han estrenado por ser el santo del padre. Hora hacabo de llegar de paseo con la Marieta Givert, q[u]e me tranquilisa por haber tenido un incomodo un poco serio con la Catarina y la cambrera q[u]e la Catarina no la puede ver y oy desía q[u]e no quiere estar con ella y oy quería hirse. No es por otra cosa q[u]e por haserse mala cara una ha otra. No sé si se hirá o lo que hará. Es decir q[u]e dita Catarina no quiere a nadie. Quiere estar sola. Ya puede ha figurarte como estoy tan alegre estando expuesta ha cadar sola. Lo q[u]e te digo, no lo digas a nadie, q[u]e, ya sabes, todo se torna ha saber y, si ella lo sabía, se marchaba más pronto y ha beremos lo que hará. Todo es menester tomarlo con paciencia para privarme de un disgusto de perder el fruto q[u]e llevo en mis entranas q[u]e tiene unos grandes tragos. Dios me lo dexa llegar ha bien. Yo me he sentido un poco, pero no tengo novedad, a Dios gracias. Es tarde y no puedo ser más larga. Fransisqueta ya porta la cama, pero pareze q[u]e li pesa y dizen q[u]e hasta q[u]e lo haya portado algunos días. Darás memorias a todas las conosida, un habraso a la Manuela y tú los tomará a medida de tu gusto esposa q[u]e tanto te estima y ama y amará siempre. Franca Rosés y Roig”.