Verges, 26 setiembre de 1811
Querida Dolores: en este mismo instante acabo de llegar tan felizmente como podía prometerme. Ya puedes figurarte mi tristeza al estar separado de lo que tanto amo, pero al paso que esta idea me afflige en extremo, pero, por otra parte, el deseo de restablecer mi quebrantada salud me sirve de algún consuelo, pues veo que recuperada enteramente podremos tener la dicha de unirnos para toda la vida, que es la única felicidad a que aspira tu apasionado sobrino y tierno amante.
Narciso María Burgués