Barcelona, 4 octubre 1846
Querido cuñado: encontré el hijo del S. Coll y le dije que le traía la aguja que tu padre había pedido, pero que no sabía si era la suya porque tu habías encontrado tres. Luego me preguntó a·donde vivía para venir a buscarla. Le dije mi habitación y vino la mañana siguiente. Cuando vio la aguja dijo que no era de diamentes, tal vez porque se creió que las demás que tu habías encontrado eran de más valor. Díjome también si yo había visto las otras y yo dije que no, pero que si quería te escriviría para que las verificaras enviases, que luego me contestó le haría mucho fabor. Así, pues, si conoces que puedas enviarla por una persona segura, te aconsejaría lo hicieses, para quedar del todo burlada su ambición.
Cuando me escrivirás me darás noticia del estado en que os halláis, dirigiéndome la carta en la calle de San Saturnino, nº 11, p[is]o 2º, que es donde vive tu cuñado que sabes te aprecia.
Fran[cis]co Moragas
P.D.: He encontrado al Sr. Grau y me dijo si habías recivido su carta. Adiós.