Sevilla, 13 de abril de 1824
Mi querida condesa: finadas las turbulencias políticas que han por tanto tiempo interrumpido el orden de las relaciones en todo el reyno, y que de una manera más inmediata o mediata de todos se han hecho sentir, vuelvo por segunda vez a tomar la pluma para cumplir con un dever sagrado que me impone el reconocimiento a la amistad que u[sted] siempre manifestó por mi familia, asegurándola de mi respeto y constante adhesión y de mi verdadera estimación hacia sus hijos.
Después de las muchas incomodidades y trastornos que me han cahido en suerte, en esta última época de padecim[ien]to general, me hallo de nuevo en Sevilla tranquilo, gozando de los dones más estimables que tiene el hombre físico y moral, cual son la salud y tranquilidad de conciencia. Esta de nada me acusa, pues prescindiendo de las opiniones en política, tengo la satisfacción de poder asegurar que mi conducta, tanto en los encargos y destinos que el govierno me confirió, como en mis escritos particulares, ha sido irreprehensible, pues siempre di pruevas de educación y me manifesté enemigo irreconci[li]able de los desórdenes de cualqueria causa que proviniesen.
Aunque en el principio del cambio de cosas fui arrestado y se me incomodó bastante, no fue de una manera legal ni de parte de las autoridades, sin·embargo para estar con más sosiego reclamé la protección del pavellón francés y me fue concedida. Por lo que respecta a ciertas personas de circunstancias y que jamás han intervenido en asuntos políticos, devo de confesar que nunca he recivido tantas pruevas de aprecio como en la actualidad y lo mismo ha sucedido a cuantos se hallan en mi caso y supieron conservarse en los límites de la razón.
Antonio no ha sido incomodado en lo más mínimo y permanece en S[a]n Lucar con Pepe.
Éste, en cuanto se quedó sin destino, volvió a obtener el que antes tenía por la Comp[añí]a del Guadalq[uivi]r.
Juan acaba de llegar de Barcelona con licencia indefinida. Perdió su equipage en Tarragona y merced a que de la familia del amigo de Ant[oni]o pudo cobrar los 24 duros que cerca de un año hace remitía a u[sted], pues de otra suerte no huviera tenido con qué hacer el viaje.
Respecto de mí, sólo siento haver sido una vez dependiente del gov[iern]o. Huviera podido asegurar mi suerte de un modo más estable, aunque no perdí enteram[en]te el tiempo. Mis estudios que empezé en cuanto u[sted] salió de ésta no los interrumpí, sin·embargo de mi destino, hasta que fui nombrado oficial de la secret[arí]a de la intend[enci]a gen[era]l mil[ita]r del reyno con honores de com[isari]o de guerra. En el día estoy continuándolos y, además de hallarme graduado en filosofía, estoy estudiando el cuarto año de leyes, más no pienso tomar el grado en esta facultad hasta el año próximo.
Mi mamá conserva p[ar]a u[sted] y sus niños el mismo cariño que antes y son v[uestras] m[ercede]s frequentemente el objeto de nuestras conversaciones. Su distribución del tiempo lo mismo que siempre, es decir, todo el día en las iglesias y de noche a su tertulia a casa de Maestre o de Casasús.
A Sánchez he entregado las pistolas y los libros de Leopoldo, igualm[en]te se hará cargo de las guarniciones, que están en el mejor estado, y lo mismo haré con el dinero en cuanto salga de estos primeros apuros, pues ya empiezo a ir arreglando mis asuntos, no perdiendo de vista lo mucho que por todos estilos habrá u[sted] perdido y padecido y tomo en ello tanta parte como <como> en las desgracias de mi familia.
El concepto de u[sted], mi querida señ[or]a, no es ni puede serme de manera alguna indiferente y fuera en todas ocasiones un sentim[ien]to para mí el haver, por alguna apariencia equivocada, desmerecido de su buena amistad, la mía respecto de u[sted], Leopoldo y la apreciabilísima Marianita, es y será siempre la más verdadera.
A Leopoldo, que vi a Juanito Nash batirse con mucha bizarría y no lejos de mí, le atrevesaron el pecho de un balazo, p[er]o fue cuidado con tanto esmero que al fin sanó.
Mi familia y los amigos saludan a u[sted] cordialm[en]te y yo me repito su siempre atento y afectuoso serv[id]or y am[ig]o.
Q[ue] s[us] p[ies] b[esa].
Ig[naci]o de Ramón