Vich, 18 febrero de 1828
Querido Sisonet: como aún no te he participado me hallaba en esta ciudad, me parece debo hacerlo, y a ello añadir que llegué aquí bueno, sano y con salud, y que lo mismo quedo, g[racia]s a Dios, para quanto gustes mandarme.
Sí, amigo, dejé aquella capital en la que se está como los peces en el agua, y esto aún sin dejarse arrastrar por la impetuosa corriente de los placeres, pero el que quiere disfrutar de todo, amigo, aquello sí que se llama vivir, pero vivir según esta vida olvidando todo lo demás que luego ha de venir, porque el que se acuerda de que hay otra vida mejor, y, por consiguiente, más digna de ser apetecida para labrar la felicidad del hombre eternamente, no se halla allí con entera satisfacción. Mucho te he dicho de lo que pasa en aquel laberinto, pero mucho más se me queda y quedará en el tintero. Sí, he visto, oido y sabido cosas dignas de verse, oirse y saberse para mejor governarse uno, pero no para practicarlas. Si el que dijo Non Plus Ultra cuando llegó a las columnas de Hércules viniese aora y pasase por nuestra capital no llevaría tan lejos dicha inscripción y tendría que estudiar otra para fijar en aquel punto no menos acreedor a tan propia línea. En·fin, dejemos esta materia y pasemos a otra cosa. Nunca te he hablado de la brillante guarnición de Bar[celo]na. Aquello si que es tropa y no es ver al 9º o 10 de línea; el 3º ligero, bueno, pero algo desmejorado de como lo hemos visto; el 3º de línea eccelente por todos estilos; la Guardia R[ea]l muy buena, pero mal vestida, particularmente la inf[anterí]a; y lo mejorcito de todo por todos estilos es la Guardia Provincial, que franceses ni que naranjas de la China para empatárselas a los provinciales. En·fin, en toda la estensión de la palabra se les puede llamar tropa, y el único defectillo que tienen es poca finura en la oficialidad, según dicen los que les tratan, aunque no por eso deja de haber algunos sugetos que la conocen. Lo que tiene algo de gótico son los Guardias de Corps, pues cierto día pareció uno de los que escoltaban a SS.MM. con una cuerdecita en lugar de cadenilla barbada en la brida del caballo que montaba. En este cuerpo sí que hay algo que respira miseria. Lo mejor de todo es que hay sugetos que enseñan que la España se halla en estado de aorrar todo lo posible, pero los de por abajo no quieren entenderlo. Se me aseguró que cierto empleado que no nombraré perdió jugando al tresillo quinientas onzas de oro en una noche, y también me dijeron quien se las ganó ¡Basta de política por hoy!
Nos ha llovido bastante y continúa llovisneando un poco, pero cuasi no hace frío.
El carnabal por acá es seco y no se resiente del tiempo.
Mis esp[resion]es a Dolores y demás de esa mi apreciada familia y dispón de tu sincero amigo.
J[uan] O[liveras].