Bar[celo]na, 5 febrero de 1830
Mi querido Sisonet: llegué bueno y junto con mis hermanos continuamos lo mismo, g[racia]s a Dios, deseando disfrutéis de igual beneficio.
Durante mi viage nevó y, a·pesar de ello llegamos a esta ciudad a cosa de las 4 ½. Volvió a nevar por la noche y dos días después lo repitió, ignorando si se continuará, pues el tiempo sigue opaco. El maestro de capilla llegó con nieve a las seis del miércoles y, a·pesar del frío y humedad, fue al teatro a oir la buena ópera seria la Semiramís y, como el teatro estaba lleno, tuvo que estarse en pie toda la función, que duró hasta las diez y media. Esto prueba que el hombre es aficionado y que la función no sería mala, pues obligó a un profesor a oirla con tanta incomodidad. Sí, amigo, buena es para mi gusto y, según él, la mejor que ha oido en toda esta temporada. Hayer nos la repitieron y regularmente no será la última vez. Ya voy persuadiéndome de que con algunos años de cursos lo entenderé un poco, pues se conforma con mi parecer el del s[eñ]or maestro en punto a los pormenores y circunstancias del teatro italiano. Dixi.
A mi s[eñ]ora condesa, tu tía, y mi s[eño]ra, dile que hablé a su sobrino Leopoldo y que éste me dijo que su primo Leopoldo está bueno, sano y robusto, según le escribe Viñals, que creo es el marido de aquella muger que te hablé cuando estaba en ésa, por lo que no debes estar con cuidado por su salud. Ofréceme a sus pies y a los de Marianita.
Ya es regular estés a estas horas enterado de la lluvia de tantísimos decretos superiores que acaban de salir.
Ten la bondad de dar mis esp[resione]s a Dolores y demás, sin olvidarme de la tía Juana y Graciela y dispón de tu invariable amigo y compañero de armas,
El fiscal
Se continuará.