Sª Pepita Jiménez
Bar[celo]na
San Boy, 22 setiembre de [18]44
Querida e idolatrada Pepita: Acabo de dormir en un pueblo donde debo permanecer. Son las siete de la mañana y llueve a mares. Mis patronos sienten q[u]e tenga tan mal día. Yo les digo que para mi es muy bueno y no quieren creerlo, pues no conoce que es para escribirte a ti. Sí, Pepita, mi primer cuydado ha sido el escribirte a ti, a ti a·quien amo y de la que no me puedo olvidar.
Esta noche he soñado que estabas aquí conmigo, que nos partíamos dulcemente una subsistencia ganada con mi trabajo y éramos felices. Tu, al·menos, lo aparentabas y yo lo era en realidad. Sí, Pepita, yo lo era. A mi me gusta una vida tranquila y quieta, amado de cuantos me rodean y adorado de ti y en tu amable compañía. Y esta noche lo tenía todo ¿Porqué dispertar? Y esta mañana me he encontrado sólo en una cama grande y con la lluvia que fuertemente azotaba las ventanas de una casa aislada, dónde, por ahora, habito.
Son las 8. Me voy a misa, pues la lluvia ha cesado un poco. La iglesia es magnífica, al·menos hay una cosa buena en este pueblo: los habitantes son muy quietos y pacíficos.
Voy a hablarte un poco de mi arribo a este pueblo. Luego de haber llegado a la casa que me han destinado tuve de visita al s[eñor] rector y una comisión del ayuntamiento, notificándome la alegría les ocasionaba mi feliz arribo en su pueblo, donde me consideran ya como vecino y dónde sería venerado y respetado como mi carrera merece, pudiendo contar de ellos en cuanto pueda dicha corporación servirme.
Amiga Pepita, si la estimación de la gente de bien puede hacerme disfrutar algo en este mundo, sin duda lo podré yo disfrutar y si la suerte corona un poco mis deseos, tendré una vida no rica, pero feliz, libre, independiente y dueño de todas mis acciones y voluntad.
En un pequeño rato que estuvimos solos me decía el s[eñor] rector: una de las cosas que más te encargo y que más te conviene es que se case pronto, porque las mugeres... etc... etc... Ya lo ves, debo casarme pronto. En efecto, le respondí, mas primeramente debo ganar pan para mi futura. No tardará [petit cor dibuixat] en recogerlo... Pepita ¡Ojalá que fuera así! Si tus votos son como los míos pronto estaríamos convenidos y un rayo de felicidad coronaría nuestro destino, nuestra ecsistencia y porvenir.
Voy a darte una noticia ahora que me parece te entristecerá. El destino parece te llama a ser farmacéutica. Despreciaste a d[on] Juan, tal vez porque lo era y el amante que escogistes todo lo prepara para arreglar la botica. Sí, si eres mía serás farmacéutica y, lo que es más, cuando esté ausente, si te piden algo que esté a tus alcances lo despacharás. En donde se gana poco se ha de recoger todo y es un arbitrio este que puede proporcionarme alguna ganancia. Tu vas a perder en ello tu libertad, lo primero porque me tendrás más en casa y te vigilaré más; y lo segundo, porque no estando yo, habrás de estar tu y no tendrás lugar para rondar y estarás más esclava y sujeta a mi voluntad. Serás mi esclava, no mi dueña, como dicen los enamorados, mi esclava y, en medio de tu esclavitud, no tendrás otro consuelo que el no saber dónde ir en caso que pudieras marcharte.
Ahora me acuerdo de la carta d’en Gauderias Pere Màrtir:
Decía: Tu serás la dueña mía / yo esclavo tuyo seré.
Digo: Tu serás esclava mía / yo dueño tuyo seré.
Ya ves cuánta diferencia va de mi a él. Vas a perder la libertad cuando pudieras mandar, en un corazón que en otro tiempo te dijo:
Tu serás esposa mía
Yo esposo tuyo seré
Y entre dichas y alegría
Esposa te llamaré
Así canté en otro tiempo gauderías o gabrieñas y, aunque te había prometido no hablarte más de él, lo hago para recordarte sus cantares, que podrán consolarte en tu esclavitud, pues es para un cautivo un dulce desahogo el recordar y cantar aquellas dulces trobas que cantaron en su juventud y en su pais natal. Lo hago también porque cotejas el porvenir que el te promete. “Salve a ti, genio amador” y la estrechura con que yo te brindo.
Coteja bien ambos procederes, elige el que más te cuadre a ser: “el sol que más brilla o la esclava a quien aguardo”. Cuando baje a Bar[celo]na, que será antes de medio año, me dirás a quien te adieres ¿Querrás ser farmacéutica? ¡Dios lo quiera! Estando tu en la botica me parece que tendré más despacho, muchos sin llaga vendrán a comprar ungüento.
Tal vez estrañarás mi estilo. Yo lo estraño también y no sé a que atribuirlo, mas tengo más humor...
Adiós, que viene una vigatana y se me llevará tu carta para echarla al correo. Adiós.
Recados a todo el mundo, quiero decir a los acostumbrados.
Y manda a tu fiel amante,
Salarich