Madrid, 3 mayo de 1839
Mi estimado amigo. He recibido todas las que V. me ha escrito, hasta la del 24 del p[róxim]o p[asad]o, qe. ha llegado hoy. También he recibido la que me ha escrito Fran[cis]co desde Perpiñán y apruebo su conducta.
Por ahora no espere V. nada del actual gobierno. A los que le han obedecido les deja en las hastas del toro, p[ue]s supone que así lo exige la especial posición de ese país, cuya felicidad la hace consistir el Barón en disponer él en todos los ramos a su libre antojo y alvedrío y, supuesto que no se ha decidido el gobierno a quitarle a la fuerza, toda otra medida será inútil, supuesto que la permanencia de ese Sr. en ésa, depende de una combinación más elevada y, por desgracia, atentatoria a nuestra libertad o independencia. No nos queda ya más arbitrio que salvarnos por nosotros mismos. Algunas provincias qe. así lo conocen emplean ya los medios constitucionales, elevando sus súplicas al trono. Si éste las desoye y no remedia los males qe. nos agovian, no dudo yo qe. llegará un caso estrepitoso, qe. los hechos alevosos habrán legalizado prematuram[en]te.
De ese país no hay ya qe. esperar nada. Los catalanes no lo son ya y, en verdad, qe. el autor de todos nuestros males ha conseguido hacer perder a Cataluña su poderosa influencia política. No es tarde si se la quiere salvar.
Espresiones a la familia, S. S.
Pepe
[NOTA]: Sin carta de padre, reciví ésta por carta de Dn. Leabince [sic] del 12 mayo.