Madrid, 14 de mayo de 1845
V.J.
Mis benerados padres, muy señor mío y de mi mayor aprecio y amados padres míos: me parece que les hoygo a·ustedes decir nuestra Sor Dolores ya se·a olbidado de nosotros, qué poco cariño q[u]e nos tiene, pues desde q[u]e se·a ido no a escrito más que la llegada, pero les a_seguro a Vdes. que si en el escribir había de consistir el acordarme, a!y [sic] q[u]e a·menudo lo haría.
No·sé cómo dar gracias a Dios por el veneficio tan grande que Su Divina Majestad a dignado concederme habiéndo_me sacado de ese miserable mundo donde no·se·sabe otra cosa qe. maldad y lazos qe. el enemigo común nos presenta para ofender a Dios. Hayudenme Vds. a dar gracias a su·Dibina Majestad por tantos beneficios como e·recibido y cada día recibo de su dibina mano.
El día de la gran Pascua de la venida del Espíritu Santo y mi q[u]erida madre la Virgen de los De_sam_parados tube la gran dicha de recibir el Santo Hábito. Ca dardía Cada día estoy más contenta y, más a_hora, biéndome con la mortaja a·cuestas. En·fin, si había de manifestar a Vdes. la alegría y contento de mi corazón sería nunca acabar.
¡Ay, amado padre mío! No tenga V. el menor cuidado de mi, porque nada me falta en esta santa casa. Estamos 26 hermanas nobicias y tenemos dos madres que no es os qu nos quieren mucho y nos cuidan muy bien. ¡Si nos bieran las horas de recreación cómo nos dibertimos todas juntas no le cabería el corazón de gozo!
La Semana Santa celebraron los padres en nuestro oratorio con mucha solemnidad. Las hermanas pusieron un monumento muy bonito.
Acompañamos todas al Santísimo en procesión con mantos y delantales negros. Icimos guardia de dos en dos delante del monumento. Concurrió mucha gente, lo que nos edificó mucho.
El día de Pascua las hermanas cantaron la misa y parecía estar al cielo. Desde que tengo la dicha de estar en esta santa casa emos echo dos beses hejercisios. Piden Vds. al Señor porque me aprobeche bien de todas las buenas instrucciones y que cumpla bien con mis obligaciones. No me sucede como un obispo, que no cumpliendo con sus obligaciones el Señor le dijo tu nombre es hermoso, pero tus obras no corresponden, que no·me·susede a·mi, que el día del Juicio del Señor me diga qe. sólo e·sido Hija de la Caridad por el ábito y no por las obras.
¡Ay, amado padre mío! Acaban de decirme que saldré mañana de aquí por Navarra, en una ciudad llamada Sangüesa. Queden Vds. contentos, que boi en huna casa de las más buenas. Yo estoy muy conformada con la boluntad del Señor, pues que a cualquiera parte que baya tendré buenas madres y hermanas. Cuando me escriben pondrán al sobre de la carta:
Nabarra
A sor Dolores Salarich, Hija de la Caridad, en el colejio de Sangüesa.
¡Mi amado padre! Saludará de mi parte a mi querida madre y hermana y a·quien le pide por mi. No·se olbide de saludar a las señores de Picó, musén Juan y don Marianito.
A a_hier bi muchas reliquias y, entra otras, un güeso del brazo de Santa Rosa de Lima. A_diós, querido padre, madre y hermanita, queda a·su disposisión la última de sus hijas que los ama en Jesucristo y sus manos besa,
Sor Dolores Salarich, sierba de·las pobrecitas enfermas.
[P.D.]: Aga la caridad de enbiar la carta de mi ermano tan pronto como pueda.
A_diós, a_diós.