Moyà, 12 julio de 1832
Al s[eñ]or Fran[cis]co Torra y Comarmena
Carísimo padre: si en algún tiempo me impele la estrecha obligación a escribiros es, ciertamente, en la actual ocasión, para indicaros el júbilo de que se halla poseído mi corazón por la próxima e incontrestable separación de los brazos de Moyà, la esclarecida, por salir de entre los agudos y rojos pellascos [sic] y por poder apartar el pie de esta funesta tierra y meterlo a otra risueña y placentera.
Alégrate, benigna y amorosa patria, pues dentro pocos cursos del veloz Phebo voy a juntarme con ti misma, pero, qué digo, dentro poco tiempo, después de mucho, porque parece no anelo sinó va con pie suspenso. Deslizan hervientes lágrimas de mis ojos en este infeliz tiempo porque qual otra piedra imán no está mi corazón seguro y quieto porque no halla el verdadero norte de la felicidad, pero tú que la posees en un grado tan eminente, diviértate por mi especialmen[te], ahora que todavía tienes tus cienes ceñidas con las doradas coronas de la liveral y bondadosa Ceres, antes apresúrate en esto antes que no sean estas víctimas del roedor y hierro y de la relinchante hiegua. Dejando esto a un lado, dad, dioses y diosas, todas desde el Oriente a Poniente, por mi (mediendo tanto intervallo) a mi patria y, especialmente, a mis padres y a su casa entera mil festejos y parabienes. El día, pues, del certamen juzgamos será el día 16 y, por consiguiente, la partida el 23, si no tomáis otra resolución. Recibí la ropa y carta de José Riumbau, a la que contexté.
Disponed de vuestro servidor,
Jayme Torra y Comarmena