H[e]rmano y muy s[eño]r mío: recivo su c[ar]ta de Vm. del 1 del corriente, cuando a_cabo de salir de una enfermedad de 5 meses y sus efectos discurro durarán toda la vida, pues he quedado medio tullido, con arto que ofrecer a Dios, que es mi·gloria, pues por no pribarme del padezer, callo en mis mayores aprietos. Yo artos motivos tengo para venir a Vm. y no responder a sus inpertinentes cartas, pues todos los s[an]tos dicen que en saviendo la alma lo que deve hazer, no deve andar preguntando, sinó obedecer y no perder el tiempo ni hacerlo perder, pues cada padre espiritual tiene arto ha que hatender. Ya Vm. se lo ha·dicho tanto, sobre sus penas, trabajos y calamidades interiores, que confieso que para una inobedienzia tenaz no se hallará remedio, pues huye del remedio, no obedeciendo. La última vez que nos vimos en la h[ermi]ta de la S[antí]s[ima] Trinidad, me·dió Vm. palabra de luego poner los medios para efectuar su quietud y sosiego a un nuebo estado, o para sí o·para su h[erma]no y que, hasta entonzes, no me vendría a·ber. Si como ha cunplido lo segundo, hubiese cumplido lo primero es·cierto que estaría fuera de toda esas inquietudes interiores y esteriores y lo mismo escrivo a su h[erma]no en la misma conformidad que Vm. me previene. Yo deseo todo su bien, sin que me a_rastre otro fin que la gloria de Dios y el bien de sus almas, las que llene el S[eño]r de luz y grazia. Monss[erra]te y marzo 10 de 1747.
Todo tuyo de corazón, Fr[ay] Diego de Mons[erra]te
S[eño]r Sagismundo, Font, Tordera y Riera