Vich, 29 d[iciem]bre 1847
Querido sobrino Luis: respe[c]to que tu tía al llegar yo aquí me dijo que me había metido la aguja de diamantes mía con su cajita dentro de una de las camisas que me había mandado para planchar, las q[u]e, sin mirarlas, las mandé a casa de la planchadora, que se llama s[eño]ra Jacinta y vive dentro del patio del palacio episcopal, como tú ya saves. Espero que te tomarás la molestia de pasarte a preguntar a dicha s[eño]ra si halló la dicha aguja cuando desplegó d[ic]has camisas para planchar y, en tal caso, puedes recogerla y guardármela a mi venida a ésa.
Saluda a Valentín y manda al tío que te quiere,
Enrique
P.D.: Creo que no te habrás olvidado de mirar lo q[u]e te encargué que mirases en Gracia.