Torre Blanca, 4 de agosto de 1850
Amado Luis: disimúlame el haber pasado tanto tiempo sin escribirte en contestación a la tuya del pasado mes, pero hemos estado muy ocupados con nuestra traslación a la # y luego aquí. Vivimos como Dios, que es un decir, que ni he traído un pedazo de papel y tengo que escribirte con el de Pepe, que por ser amo de casa tiene que estar por fuerza abundantemente surtido de él.
Verdaderamente que me sorprendió muchísimo la nota que os dieron a tu hermano y a ti en los exámenes, pues merecíais mucho más. Que a mi me hayan calificado con suspenso no hay que estrañar, porque, en verdad que no me mata el estudio, pero a vosotros, que pasáis el día sobre los libros, es estraño, es injusto daros la nota de mediano. Desde luego fui el otro día a casa de Mestres, no precisamente a quejarme, sinó a saber lo que había pasado en la calificación del examen. Me dijo que había sentido mucho lo que había sucedido a tu hermano, que en cuanto a mi no tenía nada de particular, pues con las razones que tenía no debía haberme espuesto a un chasco. En fin, estoy ya harto de universidad y jurisprudencias.
Si sigo creo que me serán muchos años, porque para mi carrera no hago más que perder tiempo.
Hablando de otra cosa, qué has decidido acerca de la escursión a La Bisbal. Vas tú o va tu hermano Valentín. Contéstamelo pronto y qué día estarás aquí, o bien si nos encontraremos en Jerona? Yo, como lo ves, estoy decidido ya y, si no hay inconveniente, allá nos veremos. José Mª Velaz, que está aquí, nos acompañará de la[s] espresiones, así que mis hermanos a·ti y toda tu familia.
Dáselas a tus hermanos de mi parte y pon_me a·los pies de tu mamá, hermanas, tías y sobrinas. Mis resp[eto]s a tu padre.
Tu amigo por la vida,
Luis Luis