Manresa, 20 julio de 1848
Mi muy querido a[mig]o y d[ueñ]o: recibí su amable carta con la firma de la idolatrada Dolores, que quisiera verla y no puedo. Ahora más que nunca me sirvo del Brebiario grande por falta de vista. Quando no puede rezar, que no andará, tomará v[uestra] m[erced] poseción de ellos. A·más de estar en mi testamento, ya le dige que en ellos está mi nombre, para que se den a v[uestra] m[erced]. Si quanto he regalado a v[uestras] m[ercedes] sin pedirme, y aunque son frioleras, son cositas que yo más apreciaba, quanto más debo hacer en haberme insinuado sobre los brebiarios.
Con todo, si v[uestra] m[erced] gusta, pudiérame disponer de los tres tomos. Mis deseos son de complacer a v[uestras] m[ercede]s, como siempre, ¿que mucho que un viejo equivoque las fechas? ¿Qué culpa tiene un casi ciego haga mala letra, un sordo en ser maldecido y un viagero sin fuerzas para caminar? ¡Eh! Por penitencia doy que d[oñ]a Dolores, mientras V. y su s[eño]ra esposa comen la sopa, lea al hombre lleno de canas, descúbrale su cabeza, honrarás vieja persona i sus obras no serán sanas. Basta de broma, pero quiero la buena correspondencia con v[uestras] m[ercede]s hasta la muerte y, después de la muerte, que tarde, y ser buenos. Amés.
Si V. sabe o por sepa el que sin coste le dé los 3 breviarios, se los daré. No faltan amigos suyos de Berga q[u]e le será fácil, abisándole, para su má[s] presente.
Le diría más, pero como mi mala letra enfada tanto a v[uestra] m[erced], que echa mis cartas al suelo y manda a la Miquela las meta para la secreta, ¡eh! Todo se sabe, nada hay secreto ni oculto en D[io]s,
Su Benito, dixi