Gerona, septiembre, 5 de [17]96
Querido y venerado padre y muy s[eño]r mío: el respeto con·que siempre e·seguido la voluntad de v[uestra] m[erce]d deve aserle conoser el amargo sentimiento que·me causa el que v[uestra] m[erce]d esté enfadado conmigo. He sabido por Sisó no se alla v[uestra] m[erce]d dispuesto a dar una faborable respuesta a·la·que le tiene escrito d[o]n Henrique O’Donell. No puedo, querido padre mío, dejar de confesar me·a sido muy doloroso el ver frustrada esta esperanza, no pudiendo nada igualar la satisfacción que ubiera tenido si se hubiese v[uestra] m[erce]d dignado aprobar nuestro intento.
Confieso no debía entregar mi corazón ni disponer de mi voluntad sin·el consentimiento de un padre que siempre me·à dado pruebas de un cariño que no meresco, pero estoy firmemente persuadida que, ya que·mi pasión me iso faltar en esta parte, tendrá v[uestra] m[erce]d la bondad de disimulármelo. Si al principio que puse mi cariño ubiera podido pensar que ubiera llegado a este extremo el deseo de·no causar a v[uestra] m[erce]d disgusto, me ubiera echo ebitar con todo qüidado las ocaciones en que pudiera fomentarse. En el día tiene tanto inperio sobre mi que creo que me sería imposible el olvidarlo y me veo en la cruel alternatiba o·de disgustar a un padre que idolatro o resolverme a vivir para siempre desgraciada. No crea v[uestra] m[erce]d, padre mío, que esta resolución probenga de inobediencia, pues sabe Dios que mi mayor felisidad consistiría en·tenerle a v[uestra] m[erce]d siempre contento y que sacrificaría todos los días de mi vida al gusto de vivir bajo su mando, pero le juro a v[uestra] m[erce]d que·me es muy doloroso er renunciar a·mi felicidad, pues me persuado que jamás podré disfrutarla si·no se digna v[uestra] m[erce]d consederme lo que le pido y no. Pienso que en este mismo correo recibirá v[uestra] m[erce]d una carta de m[osé]n Tomás, el que me·a dicho que le escribiría oy mismo y que, viendo lo que yo le desía, intercedería en algún por mi para·que si·no tenía v[uestra] m[erce]d otro inconbeniente que el ser militar, que le suplicaría que no lo dejase por esto y, así, amado padre mío, me atrebo yo à·aserle a v[uestra] m[erce]d la misma súplica. Ya veo que e·faltado yo en mil cosas que no debía aserlo, pero le pido a v[uestra] m[erce]d que me perdone y que si me consede v[uestra] m[erce]d la·gracia que le pido, crea v[uestra] m[erce]d que, a·pesar de todas las incomodidades que presisamente se·an de pasar en la carre[r]a que él tiene, pero, con todo esto, crea v[uestra] m[erce]d que bibiremos felices, pues creo que no consiste en otra cosa·la felicidad que en·estar cada uno contento con su suerte. Sí, amado padre mío, nosotros le bendeciríamos a v[uestra] m[erce]d todos los instantes de nuestra vida, pues sólo deseamos que v[uestra] m[erce]d considere nuestra situación. Perdone v[uestra] m[erce]d le·moleste a v[uestra] m[erce]d con una carta tan larga y, si en alguna cosa falto en ella, le·pido a v[uestra] m[erce]d mil perdones y que me mande v[uestra] m[erce]d quanto guste, segurísimo que desea obedeser a v[uestra] m[erce]d en quanto pueda su hija que más de corazón le quiere y b[esa] l[a] m[ano] de v[uestra] m[erce]d.
María Ignacia Burgués.