Barcelona, 16 febrero 1845
Sr. Dn. Fran[cis]co Plantés,
Amigo cuñado: me parece inposible que haya podido tener cabida en tu cabeza que yo reciví la tuya con poca satisfacción o, más bien diré: que yo me hubiese enojado al recivir la que me hacía sabedor del feliz parto de mi estimada hermana, tu muger. Me parece inposible, digo, que hayas tenido que dudar de mi estraordinario gozo al ver su contenido. Si lo a_tribuyes a falta de salud el no escrivirte, te diré que estoy disfrutando de la más completa (a D. G.); si a la pereza, como me dices, te equibocas, pues hubiera puesto una y mil veces mi desgarratadora mano a mi dévil pluma para trazarte en el papel cuatro mal ligadas letras; si no me hubiera pensado tener contestación de la que te había escrito; y, en fin, hubiérame sacrificado para satisfacer tus deseos si hubiera sabido cuáles los que ocupaban el entendimiento de un practicante de abogacía, cuyo título no soy digno de tener.
Cuidad, querido cuñado, con el esmero que podáisla enfermedad de tu padre, no contradiciéndole nada, aunque sea una cosa perjudicial, pues sabes que nosotros cuanto más nos acercamos a·la ancianidad tanto más pésimo tenemos el genio y sabes también que tenéis obligación de conservar su vida y, sin duda, la religión nos ha puesto este precepto para que gozamos más tiempo de los cariñosos avisos de nuestros superiores, disfrutando de su deliciosa presencia.
Nada haces con respeto a tu hijo Narciso que tu padre no haya tenido que hacer con_tigo. Tenía con paciencia el llanto de las noches, el sueño y alegría de los días, aunque aquellos tengas que levantarte para hacerle callar, pues sabes que es una parte de tu cuerpo y cuando llegues a ser anciano el hará otro tanto para ti.
Con qué gusto he leído el cumplimiento por tu parte de lo que te había encargado y los que más y lo que más me ha hecho acercar la alegría ha sido ver que aquella señorita no me olvida (si es verdad lo que me dices) como yo hago lo propio. Ahora te daría otro encargo, pero temo que tu no te pensases que te hago hacer de esbirro. En fin, se hacerca el verano y todo se compondrá. Así, tú mismo, preparalo para entonces, no hablándome más de frailes, que es lo único que me fastidia.
Saludarás de mi parte a tu padre, madre, Clara y demás de esta montaña, tomando a tu gusto todo lo que mires conveniente.
Tu amigo que desea serviros,
Fran[cis]co Moragas
P.D.: No pongas en tus cartas piso cuarto, pues has de saber que estoy en el segundo.