Vich, 10 agosto de 1829
Querido Sisonet: restituido ya hace algunos días al seno de mi no idolatrada patria, me ha parecido un deber el ponerlo en tu noticia por si en algo me juzgas útil durante mi permanencia en ella, pues sabes que una de mis mayores satisfacciones [es] la de complacer a los amigos, en cuyo número te cuento.
Sí, amigo, dejé ya el bullicio de aquella verdadera Babilonia, pero he entrado de nuevo en otra, cual es la que me proporciona mi empleo o destino, cuya es para mí el mayor de los males con que castiga la Divina Providencia, cuya siempre justa me hace conocer por este medio que mis culpas merecen un castigo cual se les impone. Paciencia y barajas, ya que no hay otro remedio.
Hasta aora no he sentido mucho el calor, ni en la capital ni aquí, sin duda porque a beneficio de la mucha agua, los aires son muy frescos. Antes_de_hayer cayó un chaparrón estraordinario, cuyo os habrá anunciado ese río Ter. En algunas partes granizó un poco, pero no fue cosa particular.
Como el s[eñ]or inspector de caballería no aprobó el desecho que había hecho el regim[ien]to que se halla en esa plaza, no pude tomar el caballo que había escogido en él, cuyo vacío he tenido que llenar en Bar[celo]na con otro tordo, que cuando esté hecho, competirá con el otro que tengo.
Por acá se blanquean las casas a toda prisa, aunque los albañiles no alcanzan a lo muchísimo que hay que hacer, por cuyo motivo se tendrá que pror[r]ogar el plazo que para ello se había fijado. Concluido todo, parecerá esta ciudad muy distinta de la que era, pero sólo en lo esterior, pues lo interior de ella será la misma dona los matexos pecats, pues estos habitantes son muy poco susceptibles de mejoras.
Es regular no tarde en abrirse este teatro, lo que espero con gusto para poder advertir a la s[eño]ra Puig del modo conveniente que trabaja en lo que se llama escuela de costumbres, et[céter]a.
Mis esp[resione]s a Dolores y demás de esa mi apreciada familia y dispón de tu invariable amigo.
J[uan] O[liveras]