Salamanca, 1º de setiembre de 1832
Mi querida mamá: no sé de donde habrá sacado el bueno Perico Pastors la noticia de haber pedido el g[ene]ral a d[on] Anacleto p[o]r su ayud[an]te, pues lo único q[u]e delante de mí le preguntó fue p[o]r q[u]é no lo había traído consigo. Bien está S[a]n Pedro en Roma y un vichito de las especies del mencionado señorito es más propio p[ar]a chismear en la corte tratando de introducirse a la casa grande, q[u]e no p[ar]a defender a su soberano como caballero, con las armas en la mano y a costa de su sangre en los gloriosos campos de batalla. Puedes estar segura de q[u]e el general no lo llamará a su lado, lo que celebro infinito, pues p[o]r experiencia he llegado a conocer al egoista pasivo de quien tratamos.
En el caso posible de q[u]e tengamos q[u]e obrar Narciso O’Doyle creo vendrá aquí. Yo se lo he propuesto al general p[ar]a favorecerle en cuanto pueda, y aunque no se lo he dicho ni diré al interesado, tendré una particular satisfacción en estar al lado de un hombre tan honrrado y ecselente.
Canterac ha llegado aquí a ver al general q[u]e está bastante lastimado p[o]r su fogoso caballo, p[er]o va mejor y ambos te saludan.
Nada de particular. Mil afectos a todos los amigos y queda tu amante hijo
Leopoldo
[P.D.]
Por momentos debe llegar Andriani, p[ue]s ya estaba aquí Shelly (hermano de la Marianita O’Ryan y de la de Pino) y Gaimans, q[u]e vienen de 2os ayudantes.