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Ficha de la carta

De Joaquim Salarich i Verdaguer a Pepita Jiménez

Remitente
Salarich i Verdaguer, Joaquim
Destinatario
Jiménez, Pepita
Fecha
20 de septiembre de 1844
Origen
Vic
Destino
Barcelona
Idioma
Castellano
Tema
Cartas de amor
Temáticas
correo, profesión
Parentesco remitente - destinatario
marido esposa
Epistolario
Epistolario de la familia Salarich
Fondo
Fondo Salarich
Signatura
ACOS, Fons Salarich, 80-47-T2-301
Soporte
Papel
Número de hojas
1
Medidas
Folio plegado (21 x 30 cm)
Descripción física
Carta sin sobrescrito
Autoría de la ficha
Javier Antón

Sª Pepita Jiménez

Bar[celo]na

Vich y setiembre 20, [18]44

Adorada Pepita: con suma satisfacción recibí tus muy apreciadas del 14 y 15. Su contenido me ha sido muy grato, pues veo la estimación que me profesas, las que, si bien la presumía, siempre es mejor y más agradable verla renovada.

Hay cosas en este mundo que siempre quisieran verse y oirse, de aquí nacen las grandes aficiones, los unos a la música, los otros a las comedias y éstas agradan tanto más cuanto más se repiten. Yo, que no tengo ninguna de estas aficiones, solo me complazco en tu amor, ser casado de ti es la mayor de mis felicidades y mi solo objeto es el darte mi nombre. Así pues me gusta oir de tu boca y ver de tu puño lo que me has dicho cien veces y escrito otras tantas. No sé si tu tienes el mismo gusto que yo, mas por si te complaces en mi amor, te digo que te amo, que te adoro. Una cosa voy a decirte y es una verdad. Cuando tenía mi hermana Dolores tal vez no te amaba tanto. Ella se llevaba una buena parte de mis afectos. No podía ser menos, era la única que me cuydaba y que todo lo sacrificara para seguirme. Abrigamos los dos las mismas ideas y, habiendo sufrido por parte de la madrastra la misma persecución, nos había estrechado la misma suerte. Por otro motivo también la amaba y es porque te ama a ti. Si, Pepita, te aprecia mucho. Ayer mismo, aun delante de una hermana, me pidió por ti y me encargó no te dejara y que te diera las gracias de la cruz y cubierto de Monserrate.

Si mi madre viviera tampoco te amaría tanto, Pepita, porque entonces dividera mi corazón entre las dos, pero ahora tengo un padre que puede amarme y una familia a la que soy indiferente. Así pues, no teniendo otra de quien pueda esperarme nada, debo amarte precisamente y adelantar el tiempo de nuestra unión, porque no tengo a nadie que me cuyde y me arregle por marcharse mi hermana, que lo hubiera hecho.

Cuando leas estos renglones, Pepita, hazte cargo que soy en S. Boy y que el Sr. rector me está presentando a los principales del pueblo. Que voy a vivir una una vida solitaria, hasta que venga alguien que me haga compañía, que queriendo participar de mi suerte, pueda confiarte mis cuydados y aligerarme así del peso que parece va a cargar sobre mis espaldas.

Ay! Pepita, cuando parto más lejos y pongo terreno entre los dos mi corazón se oprime. Si S. Boy estuviera al medio_día de Vich me pareciera más agradable, solo por estar más cerca de ti, a quien tal vez tardaré en ver...

Te escribo hoy viernes porque mañana creo partir. Voy a comenzar mi misión médica. Encomienda a Dios que me de acierto y virtud a los medicamentos que prescriba. Cuando veo que la vida de muchos individuos va a depender de mi me espanto y ¡si un éxito infeliz corona mis esfuerzos! Entonces, Pepita, no sé lo que haré. Te lo repito, encomiéndame a Dios. Me parece que tus súplicas, saliendo de un corazón virgen, serán oídas y más aceptas [sic] que las mías, que siempre me parecen frías y áridas. Dile también a tu madre y Dolores y todas juntas rogad por mi.

Cuando me escribas pon el sobre del mismo modo hasta nueva orden. Como en S. Boy no hay correo, deberé mandar a buscar las cartas y, hasta que tengo un punto fijo de correspondencia, envíamelas a casa, que ya me las remitirán. Envíamelas, si puedes, por el correo del domingo o del viernes, para recibirlas yo el martes o sábado, que como son días de mercado en Vich, siempre hay ordinarios de S. Boy.

Mañana tenemos 21, día destinado para echar al correo, por la noche, una carta para Mercedes, la que recibirá el 24. En prueva de mi ingenuidad y porqe. confío que quemarás la carta luego de leída, pues sentiría que nadie supiese, a no ser tu padre, nada de eso, pues podrían echármelo en cara, te remito copia esacta de la carta que te remito. Lo que hay en catalán y entre paréntesis es añadido.

M. Fábregas no me ha escrito nada de tu desmayo. Me alegro que estés ya restablecida. Yo quisiera que procuraras robustecerte comiendo cosas buenas y estando siempre alegre. Es muy regular que los tomates hagan su papel en tus almuerzos y comidas. En tal caso serías muy culpable, pues tienes la edad para conocer lo que te conviene y no eres niña para que no sepas reprimirte. Como sea, siento en el alma esas bascas y confío harás cuanto puedas para fortalecer tu naturaleza, ya para evitarlas, ya para vencer después el frío de S. Boy, que siempre será mayor que el de Bar[celo]na.

Estarás ya, mi querida, cansada de leer una letra tan mala y diminuta, pero cuando pienso que es el único medio de comunicarnos, no sé soltar la pluma de la mano, pues es para mi el tiempo más precioso el que consagro a ti, a quien quisiera consagrarlo todo. A más, esta carta tal vez valdrá por quinze días, porque no sé si en S. Boy podré escribirte así tan exactamente, mayormente la proporción de remitirte la carta, porque el sábado que sigue creo que es feria de allí y los ordinarios no bajarán tal vez.

Adiós, ahora que se concluye el papel. Escríbeme tu también así, unas cartas muy largas, mucho. Es el placer mayor que puedes dar a tu amante que verte desea,

Joaquín Salarich

P.D.: Recados a todos. Ya ves que no hay papel para nombrarlos. Me conviene saber cuánto vale el recado de Tomás, pues lo hemos de pagar entre tres.

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