Torre de Jalpí, 4 agost de 1843
Amigo: reciví ayer la fatal noticia de la muerte de Paulina, qe. me dejó helado, sin acertar a creer lo qe. mis ojos estaban leyendo, pues, a pesar de qe. había pronosticado su muerte dendel primer día qe. se puso en cama, tu última me había hecho concebir algunas esperanzas qe. se han fallido al ver la fatal voz de un cadáver... voz qe. ha detenido la sangre en mis venas y qe. a·pesar de mis esfuerzos en ocultar la agitación qe. me había producido, todos la han hechado de ver y, a pesar mío, he devido demostrar serenidad y alegría para desmentir la convicción en qe. todos estaban de qe. era mi querida y, por un momento, me han distraído con sus juegos pueriles, pero ahora qe. estoy solo, entregado a mis reflecciones, recordando su amabilidad sin afectación, sus palabras tan ingenuas, un cierto abandono sin coquetería, ocasionado tal vez por la devilidad de un cuerpo flaco, de una existencia qe. iva apagándose insensiblemente, su voz tan tierna y dulce y que tan vien producía las tristes melodías de dos cansiones compuestas espresamente para ella y qe., a pesar de algunos defectillos, había logrado penetrar hasta mi corazón y hacerme gozar las delicias del compositor, cuando ve reproducidas sus inspiraciones, tal como las creara en los momentos de inspiración ¡Cosa tan rara! Y, sin embargo, ella había adivinado mi pensamiento. En fin, la quería, no la amaba con aquel frenesí qe. se tiene por una muger y cuyo fin sólo mira a·la posesión del obgeto amado, pero la amaba con aquel amor tranquilo y confiado qe. se tiene por una hermana, por un amigo. A su lado pasaba oras tranquilas, olvidando los disgustos del día, sin esperimentar aquellas sensaciones voluptuosas y profanas qe. otras mujeres inspiravan y sí con aquella calma qe. inspira la virtud y qe. solo conozen los qe. han dedicado algún momento a·la oración. La admiraba y tal vez la hubiera amado a no estar prevenido, pero con todo, le hubiera confiado mi suerte, seguro de qe. hubiera hecho mi felicidad. Sus padres estarán inconsolables. Pobres, tienen motivo, una hija, en quie[n] habían puesto toda su ternura, qe. sus hermanos desmerecían y a·quien idolatraban ¡Y tan joven! ¿Y Grases? No sé si hará como su primo. Su amor parecía más profundo, más berdadero, su carácter más constante y el objeto digno de no ser olvidado tan pronto! Yo hubiera deseado encontrarme a su muerte, para dar algún consuelo a su desolada familia y tener más presente su imagen y tributar alguna lágrima a su ataud...
Visítales de mi parte, si lo juzgas prudente, pues yo no sé cuándo volveré. Sin embargo, creo será el lunes.
Si quieres encargarte de remitir los quesos, podrás avistarte con los tíos y salúdales de mi parte. Si estás ocupado, aguárdalo para cuando yo venga.
Saluda a la Sra. Beleta, Sr. José y Sra. Pera y dispón de tu amigo,
Bernardo Puig
P.D.: Sírvete entregar la adjunta a Grases, de·la calle del Carmen. No sé el nº de su casa, pero pregunta a mano yzquierda, a 12 o 14 puertas, al lado de un chocolatero, creo qe. es el seguido de dicha mano, nº me parece 8.