Sangüesa, junio 18 de 1845
V. J.
Sr. Dn. Joaquin Salarich
Mi siempre querido hermano: supongo que habrás recibido mi carta, la que te escribí desde Madrid notificándote mi salida para ésta. Salí, pues, el 19 de ma mayo con otra hermana, también novicia. Nos detubimos algunos días en Vitoria y, luego, pasamos por Burgos y nos enseñaron la catadral, que es una obra muy macnífica y tiene mucho que ver. De allí salimos para Pamplona y nuestras buenas hermanas nos recibieron con grandes demos_traciones de cariño. Fui a hacer una visita al Sr. obispo, que traía encargada, y dos veces a su misa y le oí predicar y Su Señoría Ilustrísima nos concedió a todos los que estábamos en dicha misa 40 días de indulgencia. Por fin el 27 del mismo dejé a·mi hermana con_nobicia para que pasara a·Los Arcos y yo me·vine a ésta acompañada de sor s[u]p[erio]ra del Hospital de Pamplona. Ya puedes figurarte qué alegría tendría yo al verme ya en mi destino y mucho más cuando vi el singular afecto que manifestaron las hermanas al recibirme, pues dichas hermanas son muy amo[rosas] y virtuosas, pero su virtud va acompañada de una santa alegría. Yo estoy confundida al ver estos ejemplares, estoy muy contenta en este mi amado colegio y me dibier_to mucho con los paseos que damos por las huertas que tenemos en ésta, por lo que ya puedes tu estar sin ningún cuidado de mi, porque estoy más bien de lo que tu puedes pensar.
Mi Sra. madre s[u]p[erio]ra es bonísima y me trata como si fuera hija propia y yo también la quiero como si fuera mi única madre. El otro día salí a paseo y fui a visitar el primer conbento que fondó en España San Francisco de Asís. Estuve en su misma celda y bebí agua de la misma fuente que brotó al tiempo que el santo incó su báculo. Bamos a otra, querido hermano. Estoy deseando saber cómo estás de salud y cómo te va con el trato con esas jentes, si están contentos de ti y si tu lo estás de ellos. Yo me alegraré de saberlo y, sin más, saludarás de mi parte a cuantos pregunten por mi y tu recibirás espresiones de mi Sra. madre s[u]p[erio]ra y todo lo que quieres de esta tu hermanita que ya sabes que te ama en Dios y por Dios.
Querido hermano: acabo de recibir tu apreciada, la que me alegro mucho y beo en ella que gozas de salud, a Dios gracias. Siento mucho la enfermedad de Dn. Joaquín de Picó y pediré permiso a·la Sª Sra s[u]p[erio]ra por escribirlos, que no dudo me lo dará. Por aora no tengo empleo particular. Bajo a·la escuela de las niñas pequeñitas, tenemos colegialas, tienen muy buena educación y yo a·mi me enseñan a escribir y estudio la gramática castellana y también me enseñarán de cuentas. Hermano mío, la suerte que tengo en la congre[ga]ción no las tendría en el siglo, no hermano mío.
No·me olbido de encomendarte a Dios en mis tibias oraciones, porque el Señor te·dé buen acierto en el estado y gracia por cumplir tus obligaciones. Y, con esto solo creo cumplir con mi obligacó[n], El contrario sería pagar mal por bien. Te en_bio San Vicente, que me lo dieron al noviciado, porque le pides todos los días que me·dé su gracia por cumplir bien mis obligaciones y también por a_prender todo lo que me enseñan. Estudio la gramática castellana y tengo tanta afición que si·estudiaría la latina cre[o] que me sucedería como el estudiante de Mallorca, que siempre ablaba Catón. A_diós, querido hermano, quedo a tu dispocición, la última de tus hermanas que tus manos besa,
Sor Dolores Salarich.