S[eñ]or d[on] Luis de Ferrer
Vich, 6 nov[iembr]e de 1847
Mi querido amigo: si resuelvo por fin tomar la pluma p[ar]a dirigirte siquiera cuatro letras, no me atrevo a indicarte que sean en contestación a tu muy apreciable de oct[ubr]e últ[im]o, cuya f[ec]ha no tengo valor de mentar. Recíbelas tan sólo como a documento, aunque va una sincera confesión de mi indolencia, que de algún tiempo a esta parte me lleva arrastrando y da lugar a que mi saber como y de qué manera trascurren las horas, días y semanas, omita lo que debo a la amistad y urbana política. Veo que es casi indisimulable mi falta, mas a pesar de esto, juzgo que no se habrán agotado los rasgos de tu bondadoso carácter.
Presumo que estás ya devorando el d[e]r[ech]o civil y, especialm[en]te el comentario del rom[an]o, p[o]r el inicio a fin de desempeñar a su tiempo con buen resultado el examen del primer grado en la facultad y que, asi mismo, no dejas de la mano las Instit[uciones] canónicas. También me ocupo de esta materia, aunque no con el empeño que se me pudiera exigir, sino llamara mi atención la que me es indispensable p[ar]a seguir, cuando Dios quiera, la ordenación hasta concluirla. Semejantes tareas, a las que se añade la obligación del zero son otras tantas circunstancias atenuantes de mi punible omisión. No las alego p[ar]a evadir la justa reprehensión que merezco, sino para·q[u]e las tengas en cuenta el tiempo de fallar sobre mi proceder.
Sírvete ofrecer mis respetos a tu s[eñ]or padre, s[eñ]or tío y primos. Entretanto puedes disponer del afecto que te profesa tu invariable amigo,
Fran[cis]co Subias