S[eño]r d[o]n Luis de Ferrer. Vich
Las Palmas, 7 setiembre 1850
Mi siempre querido, jamás olvidado y (no obstante de sus descuidillos) barco portador de las letíferas cartas de VV. fue para mi un día de completa satisfacción. Todos mis resentimientos contra V. fueron desvanecidos y, como que le diera un tierno abrazo, me dije a mi mismo: “Ahora sí que queda absuelto de todas las que me ha hecho”. ¡Ojalá que así lo hiciera si buena y señora madre! ¿Sabe V. que me ha suspendido la absolución hasta que me presenté a Vich? Buenos estamos. Es una friolera la pequeña distancia que media entre nosotros. Cómo, señor abogado, qué será, ha no tardar, ejercítese de ante_mano y empieze ha patrocinar mi causa, a fin de que un completo Te absolvo venga a mi favor.
Mucho me alegraría que los proyectos de carreteras y camino de hierro, para la felicidad de la amada patria, se realizasen. Atendiendo a las fatales noticias de nuevas facciones que se nos han comunicado temo que se quedarán en plan y en el papel. Dios no lo permita.
Sentí vívamente la muerte de su s[eño]ra tía (e[n] p[az] d[escanse]) y la siento más ahora por los fatales efectos que ha producido en su s[eño]ra madre y por el detrimento que se habrá seguido a mi querido d[o]n Valentín. ¿Y cómo desea éste el estado militar, tan peligroso por todos respetos? Háganle ver los peligros o inconvenientes q[u]e trahe consigo antes de comprometerse.
Quien hubiese estado en Bar[celo]na cuando toda esa mi veneradísima familia estaba reunida, ¡qué satisfacción hubiera tenido! No pierdo las esperanzas de poderlos ver a todos, aunq[u]e sea tardar algún tiempo.
El s[eño]r obispo le agradece sus buenos recuerdos y lo saluda. Si están en ésa los ill[ustrísi]mos s[eño]res Claret y Soler, mil espr[resione]s del s[eño]r obispo y mías. Tómese la pena de decir al ill[ustrísi]mo s[eño]r Claret que, cuando vaya a su silla, piensa en traernos un libro de bendiciones que se imprimió en esa ciudad. Tantas esp[resione]s también a ese ill[ustrísi]mo s[eño]r obispo y al s[eñ]or Passarell. A su hermanita, de quien tanto me habló, y a los hermanitos mil fiestas de mi parte.
Soy el mismo que siempre, todo suyo, s[eguro] s[ervidor] y cap[ellá]n q[ue] b[esa] s[u] m[ano].
Salvador Codina