Huesca, 11 de n[oviembr]e de 1804.
Mi estimado am[ig]o y dueño: me acuerdo mucho de v[uestra] m[erced] que, por lo mismo, ha devido dexarse de tratamientos y de rodeos y mandarme con plena livertad quanto considere puedo complacerle, q[u]e lo haré siempre con la mayor fineza.
En esta ciudad, lexos de padecerse peste alguna, hay una salud general, la más perfecta, pues hay parroquia que no ha salido Dios en un mes y aquí tenemos cosechas pingües. Creo sea el mejor ricón que haya actualm[en]te en España. Se admiten a todos los estudiantes en esta univ[ersida]d, pero, a la entrada de las puertas, se les pide, como a todos, pasaporte y, si son [de] fuera del reyno, voletín de sanidad además y, después, el maestre_escuela, en su casa, los haze visitar a su presencia a un médico y los anota en un expediente que ha formado a efecto de que conste la diligencia de asegurarse de la salud de los que vengan. Es preciso que vengan presto, que ya les tendré posada prevenida y repaso y estaré a la vista para su aprovechamiento y conducta y para que se les ofrezca como si v[uestra] m[erced] estuviera, pues los miraré como cosa de mi mayor cariño, con el que me ofrezco a su querer asegurado de que le complacerá con todo gusto su ap[recia]do fino ser[vido]r y am[ig]o, q[ue] s[us] m[anos] b[esa],
Mariano Lobera