Vich, 10 de abril de 1847
Mi querido hijo: ya temí q[u]e habrías pasado un mal rato cuando llegó el omnibús de anteayer sin carta tuya. Por el de ayer recibí la tuya, q[u]e me confirmó lo q[u]e presumía, y sentí el lance, pero con lo q[u]e me decías al fin y lo q[u]e añades a tu madre p[o]r el correo de hoy, veo q[u]e te hallas aliviado, g[racia]s a D[io]s. Procura algún enjuague q[u]e te fortifique la dentadura y te la preserve, pues, según el dentista, padecerás de la boca.
Lo q[u]e me llenó de aflicción es el poco juicio de Valentín, q[u]e no sabiendo apreciar el estado de la familia y el suyo propio, se vaya perdiendo y acostumbrando a gastar lo q[u]e no puede, poniéndose al nivel de fortunas considerables, q[u]e luego q[u]e le verán perdido lo despreciarán. Otro día me alargaré.
Ningún recibo debo enviarte de lo de Pedrolo, pues es dinero q[u]e me debía y yo ya le escriviré.
Si más tiempo, vuestro padre q[u]e os quiere,
Fran[cis]co
Fran[cis]co